domingo, 6 de diciembre de 2015

VI Maratón Cabberty Málaga 2015

Aquí estoy por fin, algunos días después de mi debut en la distancia de maratón (aunque publico la entrada con fecha del mismo), dispuesto a escribir la crónica de mi carrera, celebrada como ya sabéis el día 6 de diciembre.

Si me lo permitís, voy a empezar con los agradecimientos, porque es lo que me sale del corazón, ya iremos después a buscar en la memoria.
  • Empiezo con los profesionales en los que me he intentado apoyar y por los que me he dejado guiar y asesorar: Dani Pérez, director deportivo del Maratón de Málaga, quien ha proporcionado los planes de entrenamiento que he seguido para mi preparación. Y Raquel Fraguas, entrenadora de la RunAcademy de El Corte Inglés, que también me proporcionó un plan de entrenamiento (que no es el que he seguido), y además ha estado muy atenta respondiendo a todas las cuestiones que yo le iba planteando y ofreciéndome consejos. También a las grandes profesionales de Fisioterapia Nexus, en especial a Vanessa Egea, que me atendió a 6 días del maratón por los dolores que presenté en los tibiales, me solucionó el problema y me dio mucha tranquilidad. Muchas gracias!
  • A conocidos y compañeros del mundillo del "running", que me han estado ofreciendo consejos y anécdotas durante la preparación, he compartido kilómetros de entrenamiento y carreras con algunos de ellos, y también me siento muy agradecido por poder contar con su compañerismo y su experiencia. No os voy a nombrar a todos, pero sabéis quienes sois. Unos cracks!
  • A todos los compañeros y amigos que me han estado apoyando, preguntando por mis entrenamientos, enviándome mensajes de ánimo, y cargando mis pilas. No sabéis el subidón que sentí cuando os vi y os escuché en diferentes puntos del recorrido durante la carrera (Yoni & family, Pedro, Soco, Emilio y Elena, Iñaki y Teresa). Algunos no pudieron estar físicamente en Málaga porque estaban fuera de la ciudad ese día, pero me estuvieron siguiendo mediante el localizador GPS que les proporcioné para el seguimiento en vivo; LuisMi me llegó a emocionar los días antes de la carrera con sus palabras y su ánimo. Y qué decir de Bart, que incluso enfermo con fiebre esa mañana se pegó el madrugón para acompañar la carrera en paralelo con su bici, y fue fundamental tenerlo a mi lado durante los últimos 3 kilómetros hasta la meta. Sois grandes!
  • Y principalmente a mi familia, mi hermana Rocío que me estuvo apoyando desde Madrid, mi madre que junto a mi mujer Claudia, y mis peques Gael y Milo, estuvieron en las calles de Málaga dándome todo el ánimo y el cariño del mundo hasta recibirme en meta con un abrazo que me llenó de orgullo. Por haberme soportado, comprendido, y apoyado al máximo durante todos estos meses de entrenamientos en horarios extraños. Os quiero!
Una vez hecho lo importante, vamos a ver qué recuerdos tengo de ese gran día...

Por la noche, antes de acostarme dejé preparado "el altar" como en otras carreras en las que he participado: la camiseta con el dorsal puesto, las mallas, calcetines, calzas, las zapatillas, geles, sales... había cenado bien, y ahora tocaba descansar un ratito.


Me desperté 3 horas antes de la carrera, desayuné lo habitual de ocasiones anteriores, me enfundé "el supertraje", y me fui a buscar tranquilamente el transporte público para desplazarme hasta la salida.

Llegué al Paseo del Parque unos minutos antes de las 8 de la mañana. Me puse en contacto por teléfono con Miguel Ángel (un compañero del trabajo con el que había compartido ya unas cuantas carreras durante el año, y que se enfrentaba a su 4º maratón, con un objetivo de entre 3h30' y 3h40' para mejorar su MMP). Él estaba terminando de dejar las cosas en el guardarropa. Yo decidí que no iba a usar ese servicio, bajé "con lo puesto" (mi familia me llevaría una mochila con ropa de recambio para la llegada), simplemente llevaba una sudadera vieja que abandonaría en la salida. Finalmente no me encontré con Miguel Ángel en la zona de salida; él salía 2 cajones más adelante que yo.

Poco antes de la hora de salida me dirigí al cajón asignado y saludé a Pablo y a otros Bicho's Runners con los que había compartido alguna tirada larga durante la preparación y que habían tomado la acertadísima decisión de hacer la carrera "en manada". Llegué a pensar unirme a ellos para poder ir acompañado y más motivado, pero su objetivo era el sub 3h45' y el mío si todo salía bien rondaría las 4 horas. La emoción del momento se iba apoderando de todos nosotros, lo veía en las caras de los demás corredores y lo notaba en mis tripas. Tenía buenas sensaciones, por la mañana me había levantado sin ningún tipo de molestias y no sentía muy cansado el cuerpo (como me había ocurrido para la media maratón del Rincón 2 semanas antes). Decidí no trotar en el calentamiento para ahorrar energías, calenté en el sitio, y estiré.

Se dio la salida, esto estaba en marcha, y me sentía orgulloso por el esfuerzo que había realizado durante todo el año, para ser capaz de estar preparado para tomar precisamente esta salida, aunque 9 ó 10 meses antes cuando empecé a correr no era ni de lejos uno de mis objetivos. A los pocos metros, al comienzo de la Alameda Principal, vi a Víctor (un compañero de trabajo, runner lesionado, aunque con la esperanza de poder llegar a la Maratón de Madrid) y lo saludé. Tenía la cabeza fría y sabía lo que tenía que hacer, no dejarme llevar por la emoción ni por el ímpetu de la carrera, controlarme y llevar de manera constante el ritmo previsto para dosificar las energías.

Vista desde el Puente de las Américas. Se me ve en la mitad superior, en el centro, de negro un poco por detrás de otro chico que llevaba camiseta rosa. Ahí seguía "marcando" a pocos metros a los Bicho's Runners.
Subimos la Avenida de Andalucía, giramos en comisaría hacia la Avenida Juan XXIII hasta llegar a las playas de Huelin, y volvimos en dirección al centro para cruzar todo el Paseo de los Curas, junto a la zona de salida/meta que habíamos dejado un ratillo antes. Llevábamos 8 kilómetros, habían pasado muy pronto, y seguía teniendo muy buenas sensaciones; estaba marcando siempre los ritmos previstos (entre 5'30" y 5'40"). Al final del Paseo de los Curas vi a Rubén Lirio, que se estaba terminando de preparar para ejercer de pacemaker o liebre de 3h15' durante la segunda parte de la carrera, y le di una voz para saludarlo.

Pasando la Malagueta, y ya en la zona de Pedregalejo, me crucé con la cabeza de carrera (que ya venían de vuelta hacia el Paseo de los Curas), pasaron como una exhalación, como cuando yo voy esprintando o más rápido aún!!! Impresionante. Y poco después me crucé también con la que sería la ganadora en la categoría femenina, que también iba volando bajito. Seguía sintiéndome muy bien, e incluso me permitía la "licencia" de correr un pelín por debajo de 5'30" en algún que otro km (pero no mucho).

Ya en El Palo, me crucé con la banderita de 3 horas, que venía precedida nada menos que por Juan Andrés Camacho (el corredor errante), le grité "vamos Juan!" pero no sé si me escuchó, él iba muy concentrado y se le veía muy fuerte (después me enteré de que había conseguido su MMP de lejos, unos cuantos minutos por debajo de esas 3 horas, enhorabuena!). Poco después me crucé con la banderita de las 3h30' fui mirando atentamente, hasta que unos metros por detrás vi a Miguel Ángel (mi compañero de trabajo) y nos saludamos, él también iba muy fuerte, había llegado muy bien al gran día (aunque al final no consiguió su MMP, sí que se marcó un gran tiempo de 3h43'). Llegando al Chanquete, hice el cambio de sentido (en ese momento llevaba un ritmo medio de carrera de 5'28") y empecé a volver por la misma avenida. En los avituallamientos venía tomando agua (en los que solamente había agua) o isotónica (en los que eran compuestos) para ir reponiendo también algo de sales (después me daría cuenta de que no era suficiente con eso, porque la isotónica comercial no lleva tanto contenido en sales).

Llegando al final de la Malagueta (km 19) empecé a dejar de sentirme tan cómodo (aunque todavía mantenía los ritmos entre 5'30 y 5'40), y tuve un segundo "aviso" en el tendón de aquiles de la pierna izquierda, una especie de pinchazo leve; la primera vez (por la zona de Pedregalejo en el km 12 o así) no le eché mucha cuenta, pero el hecho de que se repitiera me mosqueó un poco. Me tomé un primer gel (llevaba 3 en el cinto), y seguí adelante. En el avituallamiento de mitad de carrera tomé un vaso de isotónica y me llevé un botellín de agua que apuré hasta un poco más de la mitad, además de comer fruta (plátano). El paso por la media maratón fue en 1h57' es decir perfectamente dentro de lo previsto (media de 5'31").

Pasando el puerto, aproximadamente en el puente sobre el Guadalmedina vi a la familia (mi madre, Claudia, Gael, y Milo), me dio muchísima alegría y paré un segundo a darles un beso, qué ilusión!
Mis supporters favoritos!
Pasada la mitad de carrera, hice un repaso mental sobre mi estado. La sensación de frescura del primer tercio de carrera se había diluido, empezaba a tener sensaciones extrañas, los tendones me habían dado dos pequeños avisos, y empezaba a asomarse la sensación de piernas agotadas que había tenido el día de la Media del Rincón de la Victoria. Calma, vamos a concentrarnos en el precioso paisaje del paseo marítimo, y vamos a seguir manteniendo esta constante, ajusté el ritmo más cerca del 5'40" que del 5'30 y continué. En el km 24 había otro avituallamiento, se me había roto una de las esquinitas del dorsal así que paré para colocar de nuevo el imperdible y me llevé un botellín de agua.

Al volver a arrancar de esa paradita de escasos 20 ó 30 segundos, es como si fuese otra persona u otra carrera. A partir del km 25 empecé a sentir dolor en los tendones y músculos de las piernas, sobre todo en la izquierda (la que me había dado un par de avisos antes con el aquiles), y todavía quedaban 17 kms!!! (Oskar, no, tienes que sacar esa idea de la cabeza, vamos con algo positivo, lo estás consiguiendo). Debido a esas molestias, el ritmo empezó a bajar a 5'50" y casi 6 minutos. Psicológicamente, me supuso un golpe interesante que a la altura de la rotonda de Sacaba Beach (km 27) me pasaran los pacemakers de 4 horas, y ni siquiera fui capaz de pegarme detrás. De hecho, tuve que hacer una pequeña parada en una farola de esa rotonda para estirar los gemelos 15 segunditos, empezaba a notar como se me endurecían los tendones.

Ya un poquito tocado, afronté la zona del estadio de atletismo, que estaba desierto, y encima no se cruzaba por allí simplemente por la recta de 100 metros bajo la grada, había que dar 3/4 de vuelta por la recta de contrameta, para salir del estadio y cruzar hacia el palacio de deportes Martín Carpena. En la zona del aparcamiento había otro avituallamiento, y me esperaba una sorpresa agradable. Allí estaba Yoni (amigo y compañero de trabajo) animándome, grabando un vídeo a mi paso por el lugar, y trotando a mi lado todo ese tramo; a continuación también estaban Ali y Estrella (su mujer y su hija de 3 añitos). Ese encuentro me dio alegría. Pero justo al dejar esa zona me volvió a dar otro leñacillo el gemelo izquierdo y volví a parar en un árbol para estirarlo. De todos modos, estaba de suerte, porque me esperaba otra sorpresa agradable dejando la zona del palacio de los deportes, comenzando el km 30 me encontró Bart, que venía en su bici de haber visto a otros amigos que corrían, me estuvo dando ánimo, me dio un poco de agua que llevaba, y me acompañó hasta la entrada en la Avenida Europa. En el avituallamiento del km 32 me tomé un segundo gel. A partir de ahí ya mi ritmo estaba entre 6'20" y 6'30" (algo lejos del objetivo).

La pendiente ligeramente a favor de esos kms, y saber que en la esquina de calle Hilera con Armengual de la Mota (km 35) me esperaba de nuevo la familia, me ayudó a concentrar mi mente en ideas más positivas a pesar de que muscularmente seguía sintiendo dolor en mis piernas. Después de la alegría de ver a la famila, empecé a afrontar la parte de la carrera que ya desde un principio suponía que iba a ser la más dura. Por una parte nunca había corrido más de 30 kms, por lo que estaba en "territorio desconocido", y por otra, la pendiente se ponía ligeramente en contra para subir paralelo al cauce del Guadalmedina hacia la zona de la Rosaleda y la Palma-Palmilla. Al "picar" hacia arriba el terreno, y con alguna paradita más para estirar los músculos que seguían durísimos, el ritmo por km siguió cayendo un poco (ya por encima de 6'30" incluso 6'50"), pero sorprendentemente, la mente empezó a mejorar, veía las cosas de color y con más optimismo. Creo que fue el hecho de que entre el km 35 y el km 38 estuve adelantando a otros corredores que estaban siendo golpeados por "el muro", estaban parados intentando recuperar energías, o simplemente ya iban caminando. Eso me dio fuerza. "Voy hecho polvo y acalambrado, pero sigo adelante, sin caminar, trotando como puedo, pero avanzando, voy a conseguirlo!".

El hecho de cambiar el modo mental en esos momentos, olvidándome un poco de que las piernas me dolían, me ayudó a pensar, recordar, y emocionarme. Me vinieron recuerdos de cuando era un niño muy pequeño y corría por la pista de atletismo de Tolosa cuando iba a acompañar a mi padre a sus partidos de fútbol sala con los compañeros de trabajo, me acordé mucho de mi padre y de cuánto me hubiera gustado que pudiera verme ese día y lo orgulloso que se hubiera sentido, me acordé de mi amigo Ruizma con quien salí a correr en alguna ocasión después del trabajo (corríamos por la zona de la Virreina, donde vivíamos ambos, apenas 1 km más arriba por el cauce del río del lugar donde yo me encontraba en ese momento). Ese tramo de carrera fue un momento muy íntimo y muy emocionante.

Al final de la subida, dejando atrás el estadio de la Rosaleda, vi a Pedro (otro compañero del trabajo), lo saludé y según contaba luego le sorprendió verme con buena cara y sonriendo (la verdad es que en ese momento mi cabeza iba bien). A continuación me encontré con el cartel del km 38 y justo en ese momento vibró el reloj marcándome ese evento (perfectamente sincronizados mi GPS y la medición oficial de la carrera); ya sólo quedaban 4 km, que además tenían mayormente pendiente a favor, y por el centro histórico con bastante público. Vamos!

Llegando al km 38, en la Palma-Palmilla.
Si en el momento de pasar ese cartel del 38 me las prometía "felices", fue cruzar el río y empezar la bajada en sentido centro de la ciudad, y comenzar el verdadero calvario. Antes de llegar al km 39 el dolor de la pierna izquierda aumentó considerablemente. Ahora sentía una punzada desde el talón hasta casi la cadera cada vez que apoyaba ese pie, y casi empecé a arrastrarlo ligeramente. En ese momento me encontré con Soco (otra amiga, excompañera de trabajo) que me trató de animar, aunque ella sí me dijo después que llevaba mala carilla (vaya cambio en menos de 1 km). Me pasó la banderita de 4h15' y ni siquiera me importó, en ese momento a mi cabeza llegaban muchas señales de dolor desde mi pierna izquierda y me costaba intentar concentrarme en cualquier otra cosa.

Y en estas, antes de abandonar la calle que corría paralela al río, volvió a aparecer quien ejercería de mi "ángel de la guarda" al final de la carrera, así fue, Bart me escoltó hasta la meta subido en su bici, dandome ánimo continuamente. Ya entrando en las calles del centro histórico de la ciudad, y supongo que como medida de protección ante los dolores de la pierna izquierda, mi mente empezó a desconectarse un poco de todo. Escuchaba a Bart e internamente me reconfortaba, pero no podía responderle. A duras penas pude sonreír a Emilio y Elena (master y jefa de IDoRun, y compañeros de la facultad y del trabajo respectivamente) cuando los vi gritándome y animando al final de calle Ollerías. Al pasar por la Plaza de la Merced sé que había un mitin' de Podemos, pero me sonaba muy lejos, pasé por calle Alcazabilla y ni siquiera alcé la vista para contemplar la maravilla del teatro romano y la alcazaba, ya iba zombi, pero al menos eso me estaba ayudando como "anestésico" del dolor, y en mi mente empezaba a abrirse paso una luz: "vas a llegar!!!".

Al paso por calle Larios, junto a Bart, mi guía al final de carrera.
Al salir de calle Larios, en la Plaza de la Marina vi a Iñaki y Teresa, ya estaba muy cerca la meta y acerté a chocarle la mano a él. Llegábamos a la zona protegida por vallas y Bart ya se tuvo que echar a un lado para dejar el protagonismo y centro de atención a los corredores. El cartel del km 42 no lo vi, pero sí veía el arco de meta a pocos metros, qué alegría! No me sentía capaz de acelerar el ritmo para entrar en meta, en cuanto a resistencia o fuerzas iba bien (los últimos 2 kms habían sido por encima de 7 minutos, con las pulsaciones en zona suave, por debajo de 130 ppm) pero los músculos de las piernas ya no respondían a lo que yo quisiera transmitirles. Poco antes de cruzar el arco vi a través de las vallas a mi madre que sostenía en brazos a Milo. Crucé la meta (crono oficial 4h20'; tiempo real 4h18'38") y se me cogió un pellizco en el estómago, soy finisher!!! Justo en ese momento vi a mi derecha a Claudia y a Gael, me fui hacia la valla y los besé, estaban muy felices por mí! Recogí mi medalla y mi camiseta de finisher, cogí fruta y bebida isotónica, y me acerqué a la cola de la carpa de fisioterapia (justamente el servicio lo daba Fisioterapia Nexus, a ver si tenía suerte y podía atenderme directamente Vanessa).

Mira qué feliz. Ya soy maratoniano!!!
Una vez en la camilla, me atendieron 3 fisioterapeutas de prácticas (dos chicas y un chico). Les dije que me dolían mucho las piernas, sobre todo la izquierda, y que había tenido muchos calambres durante la carrera. Me pusieron hielo y me aplicaron un masaje suave. Ya cuando consideraban que habíamos terminado, me dispuse a moverme para dejarle el puesto a otro finisher como yo, pero con sólo intentar mover la pierna izquierda se me subió el gemelo y aullé de dolor. Vino otro chico que parecía más experimentado, me puso la pierna en alto ligeramente flexionada y aplicó masaje para relajar el músculo, me pasó un poco el dolor. Volvieron a aplicarme más hielo y ya empecé a temblar de frío. Apareció por allí Vanessa (ya eran 5 fisioterapeutas atendiéndome). Me pusieron una chaqueta sobre el cuerpo para ver si entraba un poco en calor, intentaron que me incorporase para bajarme de la camilla con más cuidado, pero otra vez se me volvió a subir el gemelo izquierdo (nuevo aullido). En carrera no había dado espectáculo, pero en la camilla de masajes... pufff. Vino otra fisio más, y entre ella y Vanessa, me relajaron de nuevo los músculos de la pierna izquierda, y me ayudaron a bajar con mucho cuidado por el lado derecho de la camilla. Me "regañaron" un poco por no haber tomado sales durante la carrera (es cierto, la cápsula que llevaba se me había olvidado por completo y la tenía aún en el bolsillo de la malla), me recomendaron que no estirase ni hiciese movimientos bruscos hasta pasado un buen rato, que comiera bien, y a descansar.

Ya de vuelta con la familia, mucho más relajado, volví a sonreír al mirar la medalla, me tomé la cápsula de sales, una pieza de fruta más, y lo que me quedaba de la botella de isotónica. Fuimos a tomarnos la cervecita de los campeones con los amigos, estaban por allí Bart, Emilio, Elena, y Miguel Ángel. De ahí fuimos caminando despacito (todavía cojeaba ligeramente) hasta el metro, y a casa, a comer bien. Me pegué una buena siesta, y el descanso me sentó fenomenal. Hasta pasados unos días no iba a comprender lo que realmente significaba el reto personal que había conseguido, aún hoy siguen apareciendo matices.

Aquí con Miguel Ángel. Qué grande es el maratón!

Ya en casa, análisis de desperfectos:
  • Ligero dolor en las uñas de los dedos gordos de cada pie, aunque sin señales externas, sin problema.
  • Uña del dedo junto al gordo en el pie izquierdo, negra. Veremos si se aguanta ahí, no duele mucho.
  • Las piernas totalmente cargadas, con el paso de los días y el descanso, estarán como nuevas en un par de semanas.
  • Y ya está. La verdad es que mucho mejor de lo que se podía esperar en un novato, jeje.

En cuanto al análisis de los motivos por los que surgieron esos problemillas que me hicieron sufrir más de lo esperado durante la carrera, y que me llevaron a hacer un tiempo un poco por encima del sub 4 horas que podía estimar en el caso optimista. Pues sin ser un experto en el tema, según lo veo yo, estos han sido los errores que he cometido:
  • He seguido un plan de entrenamiento genérico que probablemente vaya fenomenal para la mayoría de corredores, pero no he considerado mis circunstancias particulares. Yo no llevaba ya unos años corriendo antes de decidir enfrentarme al maratón; empecé a correr este año, de una manera más o menos constante desde el mes de marzo concretamente. Por tanto, mi cuerpo todavía no estaba bien acostumbrado al ejercicio y a la exigencia de un entrenamiento así.
  • Llegué totalmente en forma a final de septiembre, cuando venía haciendo unos 55 kms semanales. Después en octubre empecé a superar los 60 km/semana para terminar el mes y comenzar noviembre por encima de los 70 km/semana. Ya a final de octubre notaba que mi cuerpo estaba cansado, y en noviembre el cansancio empezaba a ser excesivo. Como era la primera vez que me preparaba un maratón, me autoconvencí de que ese cansancio era normal, que de hecho, sería parte del entrenamiento y que remitiría en las 2 semanas de tapering.
  • Los problemas que me han hecho sufrir en el maratón han sido: llegar bastante cansado, y no lo suficientemente fuerte muscularmente. Por tanto, creo que mi preparación hubiera sido más acertada reduciendo kilometraje (quizás hubiera estado bien mantenerlos entre 45 y 50 km/semana) y cambiando al menos un día de carrera (si no dos) por un día de gimnasio y fortalecimiento. Seguramente, haciendo eso, habría llegado menos cansado y muscularmente mejor preparado.
  • La nutrición la he cuidado también durante la preparación. He mejorado mi dieta para aumentar la cantidad de hidratos de carbono y vegetales, y reducir azúcares, grasas saturadas, carnes rojas, etc. He bajado de peso hasta estabilizarlo cuidando que esté dentro de los límites ideales (tanto el peso en sí, como el índice de grasa), y he sido más metódico con la alimentación (5 comidas al día: 3 ó 4 fuertes, y a media mañana y/o media tarde fruta).
  • He estado probando las opciones de nutrición durante la carrera, en entrenamientos y medias maratones. Los geles con cafeína me han sentado fatal al estómago (una lástima porque la cafeína ayuda con el tema de los calambres). Y los geles sin cafeína, la verdad es que creo que no me hacen nada (no noto ese "subidón" de energía del que me hablan otros corredores), he probado distintas marcas (marcas buenas y reconocidas), ni siquiera creo notar ninguna diferencia cuando los tomo que cuando no los tomo durante una carrera. En cambio la fruta durante la carrera sí es algo que asimilo bien y me resulta reconfortante (plátano sobre todo, aunque también la naranja y la manzana entran muy bien).
  • Mi error en el maratón, para tratar de prevenir esos calambres, ha sido no tomar más sales minerales. Llevaba una cápsula en el bolsillo que ni me acordé de tomar (la llevaba preparada para el km 20 ó 25). Tendría que haber tomado una en el km 10, otra en el 20, y otra en el 30. La isotónica, como ya he comentado antes contiene sales, pero no lo suficiente. Si hay una próxima ocasión, trataré de poner en práctica esa estrategia.

Por mucho que uno trate de informarse, y se sepa bien toda la teoría en torno al reto de los 42,195 hasta que uno no se enfrenta a esta carrera, no sabe lo que se puede encontrar. De hecho, no tiene por qué parecerse una vez a cualquiera de las otras que corras un maratón. En esta primera ocasión, he aprendido varias cosas, tanto del maratón como de mí mismo. El maratón es una lección de vida que se comprime en sólo unas cuantas horas: te trae vivencias, sensaciones, sentimientos, emociones, imágenes, complicidad con otros corredores... el maratón es grande, hay que tenerle un gran respeto, y hay que amarlo. Cuando le entregas tu coraje, él te devuelve honor, cuando lo desafías con irreverencia, él te castiga, o quizás no... es un tipo misterioso y un tanto impredecible. A mí me ha gustado! =)

Además de mi propia vivencia, me he colado por momentos en la de otros corredores: ha habido quien iba a por MMP sub 3 horas, y se han encontrado con el muro más severo, y aún sufriendo han entrado satisfechos en meta en casi 5 horas; acompañé unos metros a un señor latinoamericano (creo que de algún país andino) que rondaría los cincuenta y muchos años, y con éste había corrido 60 maratones en 6 años! He visto corredores que han disfrutado de la carrera ideal, mejorando su mejor marca con un margen que ni hubieran imaginado. He vivido el gran reto de algunas mujeres a las que estaba dedicada esta edición del Maratón de Málaga que han superado los obstáculos que la vida puso en sus caminos, y además han tenido el coraje de superar también un maratón. Olé ahí. El maratón tiene mucha magia, no tienes más que estar atento a tu alrededor mientras te estás enfrentando también a tu propio reto.

Ha sido una experiencia impresionante. He aprendido a sufrir con algo que yo mismo he decidido, sin ninguna obligación, he aprendido a manejar el dolor y a relativizarlo, he reído, he llegado al borde de las lágrimas... son tantas sensaciones, y al final una alegría inmensa por ser capaz de alcanzar lo que uno se propone casi sin pensarlo, y un agradecimiento infinito hacia los tuyos... soñar, amar... eso es lo que cuenta al llegar al final.


Dream until your dreams come true...


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